En el camino de la legitimación moral

La narrativa mediante la que se han descrito, explicado y criticado los distintos paradigmas, enfoques, conceptos, categorías y modelos organizacionales, es compleja, difícil de interpretar y aún más difícil de asimilar satisfactoriamente. Todas las teorías son parciales y fragmentadas, e incluso se reconoce la incapacidad de la ciencia para determinar la mejor perspectiva de solución al problema de la inconmesurabilidad entre dichas teorías, hasta el punto que se ha llegado a proponer el constructivismo metódico a partir del cual, mediante la argumentación, pueda superarse la controversia y alcanzar cierto grado de consenso.

Esto revela la enorme dificultad de la ciencia y de los teóricos de la administración, para encontrar un modelo capaz de responder al problema de legitimación de la organización; dificultad dada por el doble sentido que ésta adquiere cuando es visualizada desde una perspectiva ajena a la estrictamente instrumental: en primer término, el para qué de la organización (legitimación de los fines), y en segundo lugar, la forma cómo se pretenden alcanzar dichos fines (legitimación de los medios). Ambas vertientes poseen imbricadas consideraciones morales que traspasan los límites de la actuación individual, toda vez que las actitudes y los comportamientos personales están fuertemente condicionados por el contexto en el que se actúa.

El filósofo francés Edgar Morin afirma que la comprensión humana comporta no solo la comprensión de la complejidad del ser humano, sino también la comprensión de las condiciones en que se conforman las mentalidades y se ejercen las acciones, y quizás por ello, Lozano argumenta que la ética no es estrictamente personal, debiendo ir más allá del plano individual, tras reconocer que “en nuestro comportamiento nos influye mucho cómo están organizadas nuestras instituciones, cuál es su meta y su misión social, cuál es la imagen que tenemos y qué esperamos de ellas”.
Al interpretar el sentido de ambas afirmaciones a la luz de los elementos constitutivos de la sociedad moral (el respeto y sus razones), y habida cuenta del carácter autónomo de todo individuo dotado de libertad y dispuesto a ejercerla, se advierte que la genuina cooperación entre los miembros de una organización, estaría supeditada, en primera instancia, a la existencia de un acuerdo moral para transitar hacia un objetivo común; y en segundo lugar, a las razones de cada quien para respetar, consciente y voluntariamente, dicho acuerdo.

Nos encontramos, entonces, ante la posibilidad de dos vacíos de legitimación en las organizaciones tradicionales, que requieren una profunda reflexión sobre su posible re-configuración desde la perspectiva moral. De esto se comentará próximamente.