Ética e innovación: una mirada desde el pensamiento de Peter Drucker


La orientación humanista de Peter Ducker, conjuntamente con la proyección de sus ideas más allá del tiempo que le tocó vivir, merecen dedicar un espacio para adentrarnos en la estructura axiológica de quien ya ha sido considerado como el padre de la nueva gerencia. No por casualidad, y aun cuando algunos programas académicos universitarios siguen anclados en los postulados de la administración científica, las estadísticas señalan que hoy en día (tanto en español como en inglés), se escribe once veces más sobre Peter Drucker que sobre Frederick Taylor.


Pongamos algo en claro: el gerente del siglo XXI no puede seguir siendo un simple administrador de recursos. Las nuevas realidades sociales, económicas, tecnológicas y políticas obligan a que la acción gerencial deje de centrarse en la administración para así dar paso a la innovación, no sólo en lo referente a productos y servicios, el qué (lo cual de por sí ya es importante) sino también en las formas, el cómo.

La innovación en el qué y en el cómo produce cambios culturales de sin igual trascendencia, sobrando razones de peso para argumentar que la gerencia sólo encuentra justificación mientras demuestre la capacidad de innovar; por ello, en el centro de las posibilidades de innovación, las figuras del gerente y del empresario ocupan lugar de privilegio. Visto así, la simple perspectiva de hacer de la persona humana el centro de estudio e inspiración de las acciones que puedan ser aplicadas para contribuir a su mejoramiento, deja entrever el profundo enfoque humanístico de la nueva gerencia, la empresa y las organizaciones.

A lo largo de su extensa obra iniciada en 1939, Drucker insiste una y otra vez en la importancia del conocimiento como germen de la autonomía científica y tecnológica en la que se asientan los procesos de innovación, dejando entrever que el estudio de la acción gerencial (incluyendo por supuesto la innovación empresarial e individual) se sustenta en dos importantes dimensiones: una de orden antropológico y otra de naturaleza ética. 

En cuanto a su dimensión antropológica, la acción gerencial se inicia mediante un proceso sistemático de tres fases: en primer lugar, la deliberación o reflexión interior, un esfuerzo racional que conjuga factores tan diversos como los cambios demográficos, las modas, los significados, los nuevos conocimientos, las tecnologías, lo inesperado y lo incongruente; en segundo lugar, la decisión y ejecución, las cuales representan la práctica responsable de la acción gerencial desplegada mediante la proactividad, el enfoque del cambio como oportunidad, la medición sistemática del desempeño y el permanente impulso a la búsqueda de la calidad; por último, la tercera fase hace referencia a la corrección, la cual implica la adopción de cambios y nuevos esquemas de actuación respecto a las acciones previamente desarrolladas o las que se encuentran en marcha.

Respecto a la dimensión ética de la acción gerencial (vista desde la tradición occidental), la práctica de la prudencia parece ser la dimensión axiológica que guía los comportamientos humanos. Desde la perspectiva occidental, las conductas son escrutadas, analizadas, discutidas y cuestionadas por terceros, por lo que en aras de lograr su legitimidad, los gerentes sienten la obligación ética de dar el ejemplo o de actuar según los valores culturales imperantes, aunque ello suponga comportamientos falsos o astutos en la práctica de las relaciones humanas. De hecho, una investigación realizada en Venezuela (como país portador de esta tradición), demuestra el predominio de comportamientos gerenciales claramente dramatúrgicos, desprovistos de autenticidad e incluso divorciados de imperativos normativos. (Para profundizar en este apartado, léase a: Pateiro, Eduardo (2010) Racionalismo ético y pluralidad moral: una aproximación a la postmodernidad organizacional)

Al contrario de lo que ocurre en este lado del mundo, la tradición oriental privilegia las relaciones de interdependencia, lo que invita a rechazar el poder derivado de una posición social o jerárquica. En otras palabras, las relaciones sociales dominan sobre las posiciones sociales y, en consecuencia, el valor de la lealtad se manifiesta de manera recíproca y auténtica en todos los estamentos de la organización.

En resumen, interpretando el pensamiento de Peter Drucker, el fundamento axiológico de la acción gerencial no es otro que la innovación prudente y responsable; innovación ésta que deriva del conocimiento para generar mayor conocimiento, todo un bucle recursivo que se convierte en germen del desarrollo humano y como tal, en vehículo de acercamiento a un futuro mejor.