Camus Vs. Rattia (una crítica literaria)

Luego de analizar los textos de Camus (El hombre absurdo) y Rattia (Sobre la crítica literaria en Venezuela) se advierten dos estilos de aproximación al lector que merecen destacarse.

El primero de ellos (Camus) utiliza un estilo en el que predomina un lenguaje metafórico colmado de contenidos emocionales e intuitivos, sumergiendo al lector en un proceso interpretativo para descubrir los significados ocultos en el texto. No hay una clara pretensión explicativa que permita captar de inmediato la intención del autor. Es la relación entre el lector y su propia realidad, la que invita a sospechar de sus verdaderas intenciones. De este modo, con sus dudas e interrogantes, Camus honra lo ambiguo, lo oculto y lo complejo, sintetizando con ello la debilidad de la razón como vía de aproximación al conocimiento, y haciendo prevalecer la autonomía moral del hombre para comprender el mundo y sus circunstancias.

Por su parte, Rattia ofrece menos espacio para la fantasía. Su estilo es directo, pretendiendo comunicar sus ideas partiendo de elementos cognitivos que facilitan al lector la comprensión de lo que desea expresar. Al contrario de Camus, emplea contenidos emocionales, sensoriales e intuitivos, bien para enfatizar las ideas expuestas, o simplemente como recurso para sensibilizar al lector, preparándolo para la posterior aceptación de sus argumentos.

Pero en ambos casos hay -al menos- cuatro aspectos en común: 1) la evidente insatisfacción como fuente de motivación de los autores; 2) la huida del positivismo con la que se acaricia -cada vez con mayor fuerza- el valor de la hermenéutica como el ente aglutinador de los múltiples horizontes de significados que nutren la realidad dialógica contemporánea; 3) la fusión de razones y emociones que caracterizan ambos discursos; y 4) el predominio de las ideas persuasivas y propositivas (más que impositivas), las cuales lucen como ejes de la intención comunicativa, invitando al lector a reencontrarse con su propia conciencia.

Son estos cuatro aspectos los que sintetizan la necesidad de admitir el debilitamiento de los supuestos ontológicos que han moldeado la historia del hombre. Paradójicamente, es este debilitamiento el que abre el camino de la sospecha y de la incredulidad, postulando la revalorización del espíritu y los fundamentos del ser, tanto en su horizonte de vida como en sus prácticas cotidianas.