¡ Que curioso !

Amigos contertulios… permítanme compartir con ustedes algo que me ha llamado poderosamente la atención… Hasta la saciedad hemos discutido el tema del enfoque mecanicista de las organizaciones y las razones por las cuales aún se mantiene la vigencia de ese modelo. Recuerden lo que se habló respecto a la búsqueda de la eficiencia y el control, sobre todo en entornos estables y con procesos estandarizados, y recuerden también el ejemplo por excelencia con el que se ilustra ese enfoque (McDonalds). Pues bien, resulta que leyendo el artículo de Frank López (Del comportamiento organizacional a la práctica de producción del sentido; p. 125) me entero que McDonalds se subió al autobús de la postmodernidad, puesto que dicho autor la menciona como ejemplo de las empresas que caracterizan el mundo postmoderno, al ser una “empresa de servicios productora de símbolos”

Esa lectura me deja tres soberanas dudas y no sé hasta que punto sean excluyentes. La primera, ¿Acaso lo que caracteriza al pensamiento postmoderno en el ámbito empresarial no tiene vinculación alguna con los enfoques sobre los cuales se diseñan las organizaciones?, La segunda, ¿será que pueden crearse empresas postmodernas productoras de símbolos, con organizaciones funcionariales constituidas por sujetos atados a tareas y funciones (funcionarios) y en consecuencia, ceñidos a la lógica moderna de la razón instrumental subordinada a fines? La tercera duda proviene de las anteriores, puesto que el mismo Frank López apunta a los procesos y a la conformación de equipos, como el punto de quiebre entre las viejas organizaciones mecánicas (funcionales) y las nuevas organizaciones estructuradas mediante las interacciones personales, obviamente resguardadas por los símbolos y significados que posibilitan la comunicación; pero aquí observo un vacío, porque López señala que el sujeto comunicativo, dialógico, orientado al entendimiento y al consenso, es el que está caracterizando al modo de vida organizacional postmoderno…
Ahora bien, me pregunto: ¿acaso esa configuración estructural y esa orientación a la comunicación y al entendimiento no provienen de las mismas bases ontológicas que tradicionalmente han moldeado las organizaciones… es decir, de la racionalidad y el poder?... ¿Qué les parece si vamos a cualquier McDonalds del mundo y les preguntamos a los empleados si tienen posibilidad de dialogar para alcanzar un consenso sobre cuestiones de fondo y de forma en sus actividades laborales?
Desde la edad antigua y a excepción de la Torre de Babel, las grandes obras de ingeniería estuvieron supeditadas a la comunicación y al entendimiento; por ello y hasta donde entiendo, lo que vincula a la organización con el modo de pensamiento postmoderno no es tanto la necesidad de comunicarse y entenderse, sino la existencia de las condiciones para alcanzar un acuerdo moral que conduzca hacia un objetivo común, pero además y quizás lo mas importante sean las razones de cada quien para respetar dicho acuerdo en base a esas “convicciones de fondo” con las que Habermas introdujo su concepto de “mundo de vida”, y aquí es importante señalar que la producción del sentido a la que nos remite López, no puede encontrar límites en los espacios organizacionales laborales ni en los horarios de trabajo, sino que debiera ser contextualizada desde la perspectiva integral de la vida humana.
En fin... falta mucho por decir… falta mucho por comprender…

NOTA: El artículo al que hago referencia se encuentra en Lanz, Rigoberto (Comp.), Organizaciones Transcomplejas. IPOSMO / CONICIT (pp. 97-144).