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Cualquier decisión está revestida de intencionalidad, consecuentemente también está revestida de conocimiento, pero si tomamos como punto de partida la línea de pensamiento del profesor Antonio Berthier, debe considerarse que el conocimiento es toda construcción conceptual tendente a organizar y dirigir cualquier experiencia de vida, sin poder pretenderse su separación de las condiciones en las que se produce, sean éstas lógicas, biológicas, psicológicas, lingüísticas o sociales. De ahí que la intención se enmarca en el ejercicio de la razón práctica, por lo que su análisis adquiere especial relevancia para la reflexión ética.
Puesto que la decisión sobre el fin último se imbrica con la elección de las acciones necesarias para alcanzarlo, la intención, vista como producto de la reflexión y activador de la realidad, adquiere entonces un carácter doblemente normativo para el individuo dispuesto a decidir. Así, la intención en cuanto a los fines discurre de forma paralela con la intención respecto a los medios, no habiendo posibilidad de desagregarlas. De ese modo y dejando de lado el escrutinio sobre las consecuencias de la acción, la legitimación de las intenciones solamente será posible en la conciencia colectiva a través de la justificación, la cual también constituye un fenómeno moral, puesto que su esencia obliga a considerar los intereses y las intenciones de los afectados.
La fuerza del conocimiento reside en su potencial para construir una realidad, con lo que pudiera asumirse que la legitimidad del conocimiento sólo podrá ser obtenida mediante la legitimidad de las intenciones (en cuanto al fin y en cuanto a las acciones necesarias para alcanzarlo) a través de las decisiones sobre lo que debe mantenerse, adaptarse o transformarse para coadyuvar a una vida mejor, siendo éste el modo apropiado para que el individuo pueda honrar su responsabilidad en la revitalización de la sociedad en la que está inmerso y de la que forma parte; revitalización que sólo adquiere sentido práctico mediante la potenciación de la solidaridad, no en cuanto a la simple tolerancia o mediante muestras de aflicción por el dolor ajeno, sino como genuina adhesión a los intereses colectivos y como bisagra entre el egoísmo y el altruismo, capaces de generar y activar soluciones a los grandes problemas socio-contextuales que actualmente se padecen.
A la luz de las ideas anteriores, quienes aun sin proponérselo quizás hayan expresado mejor el significado de la ética en las organizaciones han sido, por una parte, Chun Wei Choo al caracterizar la organización inteligente como aquella que “…persigue sus metas en un ambiente cambiante adaptando su comportamiento de acuerdo al conocimiento que tiene de sí misma y del mundo con el que interactúa…” y por la otra, Peter Senge, quien ofrece una definición de la empresa inteligente como “aquella que está organizada de forma consistente con la naturaleza humana”. Ambas citas invitan a plantear el conocimiento como una expresión cultural que fluye desde las más profundas creencias hasta la materialización de unos resultados; pero también como expresión de la inteligencia humana para alcanzar un ideal (futuro), amoldándose a los cambios del entorno (presente), pero sin perder la perspectiva histórica que emana de la tradición y la memoria colectiva (pasado).
Así, todo ente social inteligente (incluida la organización) parece sincronizar dos grandes ejes alrededor de los cuales gravita su pensamiento y acción: el primer eje conjuga la esperanza con el discernimiento, mientras que el segundo, fusiona el entendimiento con la posibilidad. Estas cuatro variables adquieren sentido práctico a partir del momento en que se logre el equilibrio reflexivo de la mente y cuando deliberadamente se asuma una posición crítica ante la vida, la sociedad, la economía, la política y la tecnología. Es decir, la esperanza en el futuro sólo puede surgir del discernimiento, pero a la vez, el discernimiento se ampara en la idealización del deseo. Por otra parte, materializar cualquier posibilidad requiere del entendimiento de lo justo y de lo necesario, pero dicho entendimiento no puede ser ajeno a las propias posibilidades que residen en el contexto.
La crisis ética que actualmente se evidencia en las organizaciones no es más que una crisis de conocimiento y de inteligencia para actuar de forma consistente con la naturaleza humana. Crisis que se manifiesta mediante la des-esperanza y el des-entendimiento, que anulan la capacidad de discernimiento a favor de lo humano e ignora las posibilidades que excedan lo estrictamente convencional. Pero además, como organización social, la crisis ética de la empresa también engendra una crisis de confianza en el futuro (ante la desesperanza) y también en el presente (ante el desentendimiento); desconfianza que a su vez actúa como catalizador del egoísmo y del individualismo, fuentes éstas de la barbarie, de la antinomia social y del desinterés que anula la conciencia ética.
En fin, es del desorden moral que impregna la mentalidad de las organizaciones tradicionales, del que surgen los vacíos éticos y del que derivan las decisiones basadas en la emotividad disimulada, el placer por lo inmediato, la utilidad como principal valor, la eficacia de los medios, la racionalización de los fines, la acumulación de capital como norte, la indiferencia como rutina, el desinterés por el otro, la incomodidad del diferente, el aborrecimiento del riesgo, la evasión de la responsabilidad, el resguardo del poder y la intolerancia al error. En suma, decisiones basadas en opacos intereses y en intenciones solamente justificables desde la desesperanza y el desentendimiento.
Extracto del libro: “Repensar la organización: gerencia ética y postmodernidad” © 2010 - Eduardo Pateiro Fernández
El eje de discusión estuvo representado por la mutua relación entre la sociedad y las ideologías organizacionales, abordando el impacto de la gerencia como ente moldeador de actitudes y comportamientos, pero a la vez reflexionando sobre la influencia de los valores sociales emergentes en la configuración de un nuevo estilo gerencial y organizativo, acorde con la complejidad, ambigüedad e imprecisión que caracteriza el actual entorno organizacional.
Los panelistas Yohander Sánchez, María Isabel Peña de Crespo, Olivia Sosa y Marlenis Castellanos, articularon sus muy interesantes disertaciones con temas como los nuevos retos para la gerencia, la responsabilidad como valor vinculante entre la sociedad y la empresa, los valores transcendentales en las organizaciones inteligentes y la disyuntiva comunicacional en las sociedades emergentes.
Los asistentes demostraron una vez más su altísimo interés por la problemática gerencial y social que hoy se vive, y formularon acertadas reflexiones que invitan al optimismo y a la confianza en las próximas generaciones.
Entre las conclusiones parciales más relevantes, destacan las siguientes:
Me parece que los puntos tratados son los más importantes en la rama de la gerencia, ya que la necesidad actual de la sociedad lo amerita para así lograr romper los paradigmas y poder lograr con unos valores propios y humanos, una gerencia y una planificación eficiente, tal como la realidad lo exige actualmente.
Lo que nuestra sociedad requiere es que dejemos de ser demandantes y seamos ofertantes; también requiere que todos trabajemos en grupo, y lo más importante: que sepamos lo que estamos haciendo; para esto es necesario tener cualidades como lo son: motivación, responsabilidad, humildad y sobre todo solidaridad para el bienestar de la sociedad.
Utilizar nuestro rol, lo que sabemos, nuestra especialidad para aportar ayuda al movimiento en sociedad y llevar en la mente los valores humanos. Como individuos, tenemos este procedimiento en mano, en pocas palabras, somos responsables de lo que acontece a nuestro alrededor.
La comunicación no es lo mismo que hablar por medio de un aparato. Lo ideal es que se interactue sin pensar que se ha perdido la normalidad, pero este mundo es cambiante y ya esto es adaptación.
Trabajar en equipo no es solamente dejarle todo a unos cuantos, sino unirnos en conjunto para lograr los objetivos como tales, ver qué queremos lo que creemos para obtenerlos; para esto, el cambio interno y la seguridad en cada uno es fundamental.
La responsabilidad es una de las principales facetas que se deben tener para manejarnos ante la vida y la sociedad.
En el mundo globalizado y cambiante, se necesita un liderazgo más flexible y ético, con una gerencia del talento humano más participativa, justa, responsable, solidaria, prudente y tolerante.
La gerencia enmarca muchos paradigmas, lo cual contribuye a mejorar las relaciones funcionales e interpersonales en una organización; para ello hay que tener presentes los valores que vinculan a la sociedad con las empresas.
La gerencia actual rompe los paradigmas de la modernidad, fortaleciendo los valores individuales para lograr un cambio que nos vincule con la responsabilidad social que emerge de las necesidades del colectivo y que estaban al margen del ser humano. Ahora se incrementa la solidaridad como bien común, aflorando la creatividad y la tolerancia como valores transformadores de actitudes y aptitudes, direccionados por los medios de comunicación que nos conectan con todos los escenarios del mundo al mismo tiempo.
Los retos que se presentan en esta sociedad emergente, buscan encaminar una filosofía de vida acorde con la responsabilidad que cada individuo tiene con la sociedad en pro del bienestar común, en donde exista una mejora creciente de las conductas ciudadanas encaminadas a crear un ambiente innovador en las organizaciones, en las que reinen valores transcendentales como la justicia, la armonía, la prudencia, la tolerancia y la solidaridad, como conductas que reclaman urgentemente la nueva arquitectura organizacional, ya que ante la gran cantidad de información que nos invade día a día a través de la tecnología, nos lleva a la disyuntiva de que solamente reforzando los valores individuales, podremos tener una comunicación interpersonal de calidad, por cuanto los nuevos lenguajes comunicacionales, como el Internet y los celulares, a pesar de su inmediatez, crea una distancia entre el entorno familiar.
Para cambiar los paradigmas de una organización, ya sea educativa o empresarial, hay que tomar en cuenta la motivación y la flexibilidad, así como también los problemas que emergen en la sociedad; hacer de los problemas un fuerte y atacar las debilidades que se puedan tener sin culpar al recurso humano de cualquier error que se pueda cometer. Hay que aprovechar las nuevas tecnologías para facilitar el trabajo y promover los valores y la cultura en el ámbito social.
Debido a que nuestra sociedad está cambiando de una manera muy rápida, necesitamos encontrar una forma de adecuarnos a esos cambios, mantener nuestros principios y tenerlos siempre presentes, buscar la equidad en la empresa, generar confianza a los empleados pero siempre manteniendo el respeto, ser responsable de lo que se hace e ir más allá (superarse)
Para enfrentar los nuevos retos y disyuntivas tenemos que reforzar los valores adquiridos, rompiendo los paradigmas y adaptándonos al cambio de las organizaciones. Se necesita un liderazgo perseverante, con valores positivos, responsabilidad e integridad ética y moral, respetuoso de los derechos humanos, consciente en la toma de decisiones, coherente con respecto a lo que se piensa y dice, y tolerante en relación a la convivencia.
A medida que los años pasan, la sociedad muestra cambios en sus distintos campos, cambios efectuados por la innovación y aplicación de nuevas ideas que nos afectan, ya sea positiva o negativamente; por eso debemos aplicar nuevas teorías que traigan como resultado el aprovechamiento y explotación de todos sus beneficios, es decir que no debemos quedarnos en las estructuras antiguas para mantener la uniformidad, sino de trazar nuevas metas, nuevas estructuras que vayan paralelamente con la tecnología y la conducta social.
Todos los asistentes recibieron el CD del libro “Repensar la Organización: gerencia, ética y postmodernidad” así como su correspondiente certificado acreditativo de participación, quedando invitados para la próxima cita en la ciudad de San Felipe el viernes 15 de octubre, en la que se debatirán nuevos y relevantes temas.
La información sobre el próximo coloquio está disponible en la página: www.grupocieg.org